MIGUEL PEREZ GILABERTE
A partir del diafragma y la velocidad de obturación configuramos la cámara para realizar una fotografía a nuestro gusto. Vamos a abordar los efectos artísticos que se pueden crear con el diafragma y sus diferentes aberturas.
Cuando accionamos el disparador de nuestra réflex, en muchas ocasiones nos dejamos llevar por sus automatismos. Pero si tenemos ocasión de jugar con los parámetros de exposición, podremos realizar fotografías mucho más creativas.
Al alterar la abertura de diafragma estamos también modificando el modo en que los elementos de la realidad se van a plasmar en la fotografía. Por ello es importante tener un cierto control, para personalizar de esta manera nuestras instantáneas.
El diafragma, al ser el sistema que controla la cantidad de luz que incide sobre nuestro sensor CCD (Charge Coupled Device) o CMOS (Complementary Metal Oxide Semiconductor) va a determinar una mayor o menor luminosidad en la fotografía. Para compensar esta mayor o menor luminosidad aumentaremos o disminuiremos la velocidad de obturación. Pero esta mayor o menor abertura lleva consigo un efecto fundamental: el de la profundidad de campo.
Cuando queremos aislar un elemento del resto de la escena, ajustaremos una abertura de diafragma grande para que la profundidad de campo sea mínima. En un retrato por ejemplo, el sujeto quedará aislado del fondo (quedando éste desenfocado).). La profundidad de campo será mayor cuanto más cerremos la abertura del diafragma. Es muy importante, por lo tanto, que tengamos un control total del diafragma para poder establecer los límites de la profundidad de campo. O lo que es lo mismo: decidir qué partes queremos que salgan enfocadas y qué partes desenfocadas. Aquí entra en juego nuestra subjetividad, ya que debemos ser nosotros los que partes realzamos y cuales dejamos en segundo plano.
Para que todos los elementos aparezcan con un nivel de detalle aceptable cerraremos el diafragma a la menor abertura (normalmente f/22-f/32). Si estamos utilizando una cámara con modo de exposición automático, bastará con trabajar en el modo de exposición de prioridad a la abertura; nosotros ajustaremos el diafragma deseado y la cámara se ocupará de la velocidad correcta de obturación.
Si nuestra cámara es manual o no posee el modo de prioridad a la abertura tendremos que tener en cuenta cualquier cambio que realicemos en el diafragma para compensarlo inmediatamente en la velocidad de obturación.
Una vez que dominemos el diafragma y sepamos qué elementos desenfocar, tan sólo nos queda un poco de práctica. Es importante que nuestra cámara posea la opción de previsualizar la profundiad de campo antes de tomar la fotografía. Normalmente, los objetivos están siempre en su máxima abertura de diafragma hasta el momento de la exposición para que haya la máxima luminosidad en el visor y el enfoque sea más sencillo de realizar. Pero gracias a la función de previsualización de la profundidad de campo, la cámara cierra el diafragma a la abertura seleccionada de modo que veamos directamente cual va a ser el resultado final.
Para que sólo permanezca nítido el elemento donde hemos enfocado, situaremos el diafragma en una gran abertura (f/2,8-f/4).
Es recomendable aislar el motivo del fondo (y por lo tanto ajustar una abertura máxima de diafragma) en las siguientes ocasiones:
Cuando queremos aislar un elemento del resto de la escena, ajustaremos una abertura de diafragma grande para que la profundidad de campo sea mínima. En un retrato por ejemplo, el sujeto quedará aislado del fondo (quedando éste desenfocado).). La profundidad de campo será mayor cuanto más cerremos la abertura del diafragma. Es muy importante, por lo tanto, que tengamos un control total del diafragma para poder establecer los límites de la profundidad de campo. O lo que es lo mismo: decidir qué partes queremos que salgan enfocadas y qué partes desenfocadas. Aquí entra en juego nuestra subjetividad, ya que debemos ser nosotros los que partes realzamos y cuales dejamos en segundo plano.
Para que todos los elementos aparezcan con un nivel de detalle aceptable cerraremos el diafragma a la menor abertura (normalmente f/22-f/32). Si estamos utilizando una cámara con modo de exposición automático, bastará con trabajar en el modo de exposición de prioridad a la abertura; nosotros ajustaremos el diafragma deseado y la cámara se ocupará de la velocidad correcta de obturación.
Si nuestra cámara es manual o no posee el modo de prioridad a la abertura tendremos que tener en cuenta cualquier cambio que realicemos en el diafragma para compensarlo inmediatamente en la velocidad de obturación.
Una vez que dominemos el diafragma y sepamos qué elementos desenfocar, tan sólo nos queda un poco de práctica. Es importante que nuestra cámara posea la opción de previsualizar la profundiad de campo antes de tomar la fotografía. Normalmente, los objetivos están siempre en su máxima abertura de diafragma hasta el momento de la exposición para que haya la máxima luminosidad en el visor y el enfoque sea más sencillo de realizar. Pero gracias a la función de previsualización de la profundidad de campo, la cámara cierra el diafragma a la abertura seleccionada de modo que veamos directamente cual va a ser el resultado final.
Para que sólo permanezca nítido el elemento donde hemos enfocado, situaremos el diafragma en una gran abertura (f/2,8-f/4).
Es recomendable aislar el motivo del fondo (y por lo tanto ajustar una abertura máxima de diafragma) en las siguientes ocasiones:
- En retratos, cuando el fondo no "dice" nada.
- En situaciones en las que queramos restar importancia a un elemento del encuadre.
- Para primeros planos en los que el fondo estorba.
- Para indicar "quién manda" en la fotografía.
- Cuando las situaciones lumínicas lo requieran (escasez de luz).
- Paisajes y demás fotografia de naturaleza.
- Fotografía de grandes grupos de personas.
- Fotografía arquitectónica.
- Sujetos en movimiento, en los que cambie constantemente el punto de enfoque
- Cuando queramos conservar todo el encuadre nítido, y las situaciones lumínicas lo permitan.